Sobrevolando el Peñón de Ifach

Me encuentro paseando descalza por la arena de la playa de Calpe, puedo notas como la brisa me acaricia y mece mi pelo, puedo oír las olas romper suavemente en la orilla, oler la carne que están cocinando en las terrazas del paseo y oír las voces de la gente decorando el momento. Pero me siento perdida, perdida en el vuelo de la única gaviota que parece atreverse a sobrevolar el Peñón de Ifach. El sol ya se ha escondido y, aunque sé que estoy rodeada de gente, es como si en ese lugar sólo estuviéramos ella y yo. Y es cuando pierdo totalmente el miedo que me acompañaba desde que decidí coger la maleta y marcharme, y es que, sólo cuando dejas que tus manos abarquen continentes, eres capaz de descubrir nuevos horizontes.